24
Vi un hombre persiguiendo el horizonte;
a cada vuelta se aceleraban ambos.
Estaba sorprendido por esto;
abordé al hombre.
“Es inútil,” dije,
“nunca podrás—”
“Mientes,” gritó,
y siguió corriendo.
26
Se levantaba ante mí una enorme colina,
y escalé largos días
a través de regiones de nieve.
Cuando tuve ante mí el panorama desde la cumbre,
pareció que mi labor
había sido para ver jardines
tendidos a distancias imposibles.
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