lunes, 27 de diciembre de 2010

Demócrito de Abdera




Frg. 3. Quien se propone la tranquilidad de espíritu tiene que ocuparse de muy pocos asuntos, tanto a título particular como en cuanto ciudadano; no debe emprender nada que supere sus fuerzas y su naturaleza; debe mantenerse alerta a fin de ignorar la fortuna, incluso cuando le es hostil y parece arrastrarle irresistiblemente; en fin, no debe ligarse más que a aquello que no supere sus fuerzas; la carga que soportan nuestras espaldas es mejor que sea poco pesada a que sea fácil de llevar.



Frg. 285. Hay que reconocer que la vida humana es frágil, que dura poco y que constantemente se ve sacudida por los golpes y las dificultades del destino; por lo tanto, no debe preocuparse uno por poseer, más que moderadamente, y medir las miserias según lo que es necesario.

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