jueves, 25 de noviembre de 2010

Oscar Cruz




Barra fija


se llamaba Jimena (blanca y fumadora),
tenía entre las piernas un raro mecanismo,
un tierno advenimiento para el coito. dicen
los que saben que era buena. la veía pasar,
mirarme, besarse con otros frente a mí. yo
la miraba, y suspendidas ante mis ojos,
alineadas con precisión, yo sentía las tetas
de Jimena.

una tarde, un vecino se acercó y me dijo:
Jimena era una puta, con los pliegues y el
amor terriblemente calcinados. no respondí.
lo cierto es que una noche la llevé hacia el
traspatio y allí la penetré contra una puerta.
fue algo cálido. pensé
en las palabras del vecino y en anchas playas
vacías. también fue un poco triste. había una
ausencia de sentimientos que no pude superar
ni comprender. entraba y salía
de ella golpeándola, borrándole el carmín.

noches más tarde la vi, besaba
a mi vecino con desgano. creo que sí,
Jimena era una puta, y ha cambiado.

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