El poeta perdido
Hoy
encontré en la calle a un viejo amigo que escribía poemas,
delicados, modestos y radiantes
poemas.
Y me contó el amigo que en otro
tiempo fue la poesía una indagación de su ser,
que fue la poesía un hermoso
momento de su vida,
que después se casó, tuvo hijos,
y ahora peleaba duramente por el pan de los suyos
y no escribía más poemas porque
ya no necesitaba escribirlos.
Y yo le dije me parece muy bien:
vives en el poema verdadero
que es vivir con aquellos, por
aquellos que amas.
Y mi amigo se fue, su rostro
triste y sus espaldas encorvadas,
y yo pensé que cada uno tiene
derecho a vivir como puede,
pero en el fondo un sentimiento
me decía
que en él había algo vencido,
que si uno peleó por sacudirle el
polvo a las palabras
y el resplandor de las palabras
le quemó hasta los tuétanos,
ya no se puede ir para atrás
porque entonces los vampiros avanzan
y hasta Rimbaud, si hemos de
creer a su hermana, comprendió en su agonía
que hay que morir peleando por el
poema de siempre.
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