martes, 7 de agosto de 2012

Fernando Rendón (Colombia)

 

 

 

 

Von Kleist


Estás sólo, quién lo niega, y huyes sin sosiego, marioneta de nada.   Vas de un cuarto a otro, pero no es esta tu casa: para tu reposo no hay estancia. Cambias de suburbio, de país, de carruaje, sin que nadie se aperciba.

Viajas de un tiempo a otro, pero ningún lugar te aguarda. Y tornas.   Eres otro, pero continúas siendo el mismo.   Bebes hasta el ácido en la sangre de la luz. Amas sin saber a quién. La respuesta que no llega termina por anular la pregunta.

Entonces tu loca ansiedad te alcanza: es hora de quedarte quieto, Heinrich, hasta morir o saberlo todo.

Siéntate en medio de la llanura de la angustia y reconoce qué es lo que ha sido creado por todos para aniquilarnos a todos.

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