domingo, 19 de agosto de 2012
Fedor Sologub (San Petersburgo)
Avisos clasificados
Se necesitan médicos y enfermeras.
Así anuncian los periódicos
Se necesitan sastres y modistas
¿Quién necesita poetas?
Dónde encontrar un aviso que diga:
"Invitamos poeta a domicilio
Porque se hizo intolerable
Explicarse en el lenguaje común.
Necesitamos palabras hermosas
Estamos dispuestos a entregar nuestras almas".
Deseo comprar finca.
Se necesitan vacas lecheras.
martes, 7 de agosto de 2012
Fernando Rendón (Colombia)
Von Kleist
Estás sólo, quién lo niega, y huyes sin sosiego, marioneta de nada. Vas de un cuarto a otro, pero no es esta tu casa: para tu reposo no hay estancia. Cambias de suburbio, de país, de carruaje, sin que nadie se aperciba.
Viajas de un tiempo a otro, pero ningún lugar te aguarda. Y tornas. Eres otro, pero continúas siendo el mismo. Bebes hasta el ácido en la sangre de la luz. Amas sin saber a quién. La respuesta que no llega termina por anular la pregunta.
Entonces tu loca ansiedad te alcanza: es hora de quedarte quieto, Heinrich, hasta morir o saberlo todo.
Siéntate en medio de la llanura de la angustia y reconoce qué es lo que ha sido creado por todos para aniquilarnos a todos.
viernes, 3 de agosto de 2012
Ramón Palomares (Venezuela)
En el patio
Pues me estuve entre las flores del patio
con las cayenas
gozando con las hojas y los rayos del cielo.
Aquí pongo mi cama y me acuesto
y me doy un baño de flores.
Y después saldré a decirles a las culebras y a las gallinas
y a todos los árboles.
Me estuve sobre las betulias y sobre las tejas de rosas
conversando, cenando, escuchando al viento.
Yo me voy a encontrar un caballo y seremos amigos.
Mañana le digo al sauco que me voy
hasta muy lejos, hasta allá donde están cantando los hombres,
donde corren los muertos y se entierran.
Yo caminaba por unos árboles, por unas hojas doradas
y me comía las estrellas, y me senté
y escuché la hierba alta y vi los ojos de una mujer
que brillaban como un diente
entonces arrojé una gran rama de naranjo
y todo quedó oscuro.
con las cayenas
gozando con las hojas y los rayos del cielo.
Aquí pongo mi cama y me acuesto
y me doy un baño de flores.
Y después saldré a decirles a las culebras y a las gallinas
y a todos los árboles.
Me estuve sobre las betulias y sobre las tejas de rosas
conversando, cenando, escuchando al viento.
Yo me voy a encontrar un caballo y seremos amigos.
Mañana le digo al sauco que me voy
hasta muy lejos, hasta allá donde están cantando los hombres,
donde corren los muertos y se entierran.
Yo caminaba por unos árboles, por unas hojas doradas
y me comía las estrellas, y me senté
y escuché la hierba alta y vi los ojos de una mujer
que brillaban como un diente
entonces arrojé una gran rama de naranjo
y todo quedó oscuro.
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